Algo que me llama mucho la atención sobre la forma en la que se gestiona un gran número de empresas es que sus responsables suelen estar agobiados, el día a día les ocupa todo su tiempo y no les deja ver que el futuro llega de repente, de manera imprevisible.
En estos casos suele ocurrir, además, que cuando se pregunta a estos responsables por la situación de su empresa responden con extremos de “todo marcha estupendamente” o “todo marcha muy mal”. Lo bueno siempre es gracias a ellos y lo malo es siempre por culpa de los bancos, del mercado o de ambos.
Sin embargo, y ahora que nadie me oye, he de decir que lo habitual es que la empresa no esté realmente tan bien como su responsable cree, lo que se debe en ciertas ocasiones a gestores que, sumidos en la vorágine diaria, cometen el error de actuar sin una visión realista y global de la situación de la empresa. A este tipo de gestores siempre les recomiendo un libro de fácil lectura, de esos que se venden en los quioscos de prensa del puente aéreo Madrid-Barcelona. El libro en cuestión, escrito por Josep M. Rosanas Martí y publicado por Ediciones Granica y titulado, “Cómo destrozar la propia empresa y creerse maravilloso” aporta varias claves para evitar malas prácticas empresariales.
Y ya se sabe que tanto estrés no es bueno para la salud del gestor, ni de la empresa. De hecho, surfeando un día por Internet, encontré un artículo que relaciona los problemas de gestión de las empresas con las enfermedades humanas, proponiendo que las empresas, al igual que las personas, pueden estar sanas o enfermas.
En este artículo, basado en el libro “Patologías en las Organizaciones” (LID Editorial, 2008), escrito por Javier Fernández Aguado, Marcos Urarte y Francisco Alcaide, destacan algunos de los trastornos más comunes que obstaculizan el correcto funcionamiento de las empresas:
- Osteoporosis: La sufren aquellas estructuras empresariales debilitadas por falta de recursos económicos o humanos, lo que puede acabar en quiebra. Entre las causas se encuentran unos excesivos gastos o endeudamiento, una caída de las ventas o una reducción de la facturación consecuencia de la entrada de nuevos competidores.
- Anemia: Una empresa anémica se encuentra falta de compromiso, lo que hace disminuir la productividad y arroja unos pobres resultados. En estas empresas aumentan los rumores, crecen el absentismo y las quejas.
- Miopía: Este defecto de la visión se asimila en el mundo empresarial a una carencia de vista para anticiparse a los cambios del mercado.
- Sordera: Son empresas sordas aquellas carentes de toda autocrítica, que todo lo saben, su soberbia suele deberse a éxitos pasados y no precisan de pulsar las opiniones de clientes, proveedores ni trabajadores o asesores, lo que bloquea sus opciones de progreso.
- Depresión: Compañías deprimidas son aquellas incapaces de afrontar periodos de crisis, cambios en los hábitos de sus clientes o avances de sus respectivos mercados.
Estos son algunos de los trastornos más comunes que afectan a las personas y a las empresas. Por lo tanto, y al igual que hacen las personas físicas, es conveniente para las empresas que sus gestores les realicen chequeos periódicos. En Arthursen contamos con un servicio de Diagnóstico Empresarial que te ayudará a evitar malestares leves que acaben por convertirse en enfermedades fatales que terminen con el paciente “desahuciado”.