Digitalizar no es poner una web perfectamente diseña, al igual que unas buenas ruedas no hacen que un coche funcione.
Después de la gran crisis en la que se vio envuelto el sector de artes gráficas desde principios de siglo por el cambio en los hábitos del consumidor, menos papel y más digital, las empresas del sector se refugiaron inicialmente en nichos de servicio y clientes para poder sobrevivir. Las más visionarias, se anticiparon al cambio del mercado. De hecho, el sector pasó a autobautizarse como “infocomunicación”, versus al clásico “artes gráficas”, poniendo de manifiesto que su “core” de negocio estaba en el arte de comunicar, con independencia del soporte, derrumbando las barredas y limites que antes definían al sector y entrando en juego en un nuevo mercado con fuerzas competitivas diferentes. Muchas compañías consiguieron cambiar su modelo de negocio y adaptarse a este nuevo paradigma.
En el presente caso de éxito es de una empresa de artes gráficas, nuestro cliente había comenzado su cambio de modelo de negocio. Este cliente trabaja para múltiples sectores (construcción, agroalimentación, fabricantes, comercio, distribución y servicios) desarrollando una amplia gama y variedad de productos, tanto impresos, como material promocional y packaging, y servicios. ¡Incluso tiene empresa de marketing con un área para la realización de páginas web a sus clientes!
Con el encargo de reflexionar sobre la estrategia de digitalización de la empresa, la dirección financiera y la agencia de marketing de la empresa nos presentó su propuesta: una nueva página web con un diseño mucho más funcional, eficiente y moderno, integrada con las redes sociales, y con una información mucho más detallada. A esta página web le acompañaba una detallada planificación de marketing digital con objetivos, recursos y plazos: posicionamiento SEO, campañas de AdWords, estrategia de publicación de contenidos integrada con campañas de InBound… Vamos que no le faltaba de nada.
Una vez terminada la presentación, la pregunta que hicimos varios miembros del comité de dirección fue la misma, ¿cuándo empezamos a hablar de la digitalización de la empresa?
Amén de la cara de estupor que se les quedó a los presentadores, era obvio que no habían entendido nuestra petición para el desarrollo de la estrategia de digitalización (o siendo un poco más humildes, quizás nosotros no lo explicamos bien). Ninguna parte de su presentación respondía a las preguntas de en qué medida las distintas tendencias tecnológicas iban a impactar nuestro negocio, en qué medida nuestros servicios y soluciones se iban a ver afectados, en qué medida la propia digitalización va a afectar a nuestros clientes y en qué medida puedo dar un valor añadido a nuestros clientes como consecuencia de la digitalización. Y, como consecuencia de ese escenario qué recursos humanos, organizativos, físicos y técnicos tengo que usar para tener éxito y que la ecuación sea viable y cómo debo adaptar mis procesos a esa nueva realidad.
Gracias a Dios se cambió el enfoque del proyecto por otro de más calado y necesidad estratégica. Ahora, por lo menos, tenemos la conciencia tranquila después de haber anticipado las tendencias futuras y lo que es más importante, aunque no tengamos una varita mágica para ver el mañana, disponemos con un plan de acción para poder anticiparnos al futuro venidero donde la digitalización a lo largo de toda la empresa, forma parte natural de la misma.